Como decía en la entrada anterior mis experiencias personales me dan píe a más temas y más interesantes que las noticias de los
medios de desinformación que siempre están repitiendo lo mismo. Esto y mi asistencia a las reuniones de una asociación contra la prohibición me trae noticias e informaciones de primera mano, más a nivel del día a día y no la información sesgada y manipulada de
los medios.
Una de esas historias reales es de una socia que usa el cannabis con fines terapéuticos desde hace algún tiempo. En un principio tomaba la medicación que le recetaban y que resulto no ser muy efectiva, hasta que un día alguien le recomendó que empezara a utilizar el cannabis para sus dolencias.
Resulto ser tremendamente efectivo sobre todo a la hora de paliar los dolores musculares. donde había fracasado la medicina oficial triunfo la medicina clandestina, injustificadamente prohibida a estas alturas del milenio.
Un día nuestra protagonista tomo la decisión de hablarlo con su medico y hacerle saber que el tratamiento que le había, recetado no había sido nada efectivo y que por otra parte había comenzado a tratarse con cannabis. El medico no pudo hacer otra que aceptarlo y le comento que si le funcionaba bien pues que siguiera con ello si conseguía alivio a sus dolencias. Pero, de ahí viene el titulo de esta entrada, no se le ocurrió añadir otra que si veía que dejaba de hacerle efecto tendría que recurrir a la morfina.
Estaba presente en el momento que contaba el detalle y no pude evitar intervenir.
Le hice saber que eso que le decía su medico además de ser absurdo era incorrecto y sólo demostraba el desconocimiento que tenia el doctor de una sustancia utilizada como medicina durante siglos.
Como primer punto le hice saber que si en algún momento dejaba de hacerle efecto tenia dos posibilidades: una cambiar la variedad que estaba consumiendo, ya que cada variedad, incluso cada planta dentro de la misma variedad tiene una composición química variable. El cuerpo se puede acostumbrar al efecto de una en particular, pero cambiarse a otra lo más seguro es que solucionara el problema sin tener que recurrir a una sustancia tan fuerte como la morfina.
La segunda opción es tan sencilla como abandonar el uso del cannabis por un corto espacio de tiempo, no más de una semana, para que vuelva a desplegar todas sus propiedades de nuevo.
Lo que me impresiona del caso es como los responsables de
la sanidad no tienen ningún reparo en darnos soluciones drásticas y ofrecernos medicamentos que en muchos casos son peligrosos o tienen unos efectos secundarios que a veces hacen peor el remedio que la enfermedad.
Muchos de ellos mostrando un carácter conservador niegan los beneficios del cannabis y hasta son detractores de su uso por el simple hecho de ser una sustancia prohibida (injustamente) y desconocida por ellos. Muchas veces inspirados en la ignorancia más que dedicarse a su fin que es cuidar nuestra salud y darnos cierta calidad de vida.
No tienen reparos en inflarte de barbitúricos o neurolepticos hasta dejarte casi vegetal, pero no les hables de cannabis que eso es droga. El personal sanitario en particular los médicos ya deberían hoy en día estar reclamando, si reclamando he dicho, que se quite el cannabis de la lista de sustancias prohibidas y vuelva a su lugar de siempre: la botica.
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